miércoles, 6 de mayo de 2020

El confinamiento de 2020 y la biblioteca escolar digital

Ay, que el confinamiento nos ha pillado con las bibliotecas escolares cerradas, al igual que los centros escolares. Todos confinados, aunque ─menos mal─ conectados a la red.

No se pueden usar en estos tiempos las bibliotecas escolares, no porque no existan, que lo hacen, ni porque estén cerradas, que lo están, sino porque no son digitales. Son solo físicas, aunque algunas tengan un catálogo en línea (AbiesWeb y otros) que describe ejemplares tangibles como libros en papel o discos con música o vídeos de películas o documentales, ahora inaccesibles en sus estanterías físicas.

Habíamos pensado que solo merecía la pena catalogar los ejemplares físicos de libros, audios y vídeos, mientras que para los ejemplares digitales estaba Internet y cualquiera podría dar con ellos: ¿para qué catalogarlos? No estaban colocados en una estantería en la que se pudiera coger fácilmente y de forma reglada el ejemplar  con una mano. Internet quedaba fuera, salvo para un catálogo en línea que buscara en las colecciones físicas. Aunque sabíamos ya que Internet es un bosque espeso y algo tenebroso donde es difícil orientarse y muy fácil perderse o confundir una baya silvestre venenosa con una perfumada zarzamora.

Los profes buscan en estos tiempos de confinamiento recursos digitales que ofrecer a los alumnos y estos en consecuencia rebuscan también como pueden en las entrañas de la red.

¿Pero no sería mejor que buscaran en primer lugar en el catálogo de la biblioteca escolar y que este les respondiera ofreciendo varias posibilidades y resultados en los que confiar porque precisamente están incluidos en el catálogo escolar y han pasado el filtro correspondiente? Esta podría ser una lista de posibles resultados de una búsqueda, si hubiéramos hecho los deberes:

  1. Libros u obras existentes solo en soporte físico: por ahora no se pueden utilizar. Además, hay solo un ejemplar.
  2. Libros u obras que tienen soporte físico pero también versión digital accesible en el propio catálogo, donde está almacenado el ejemplar virtual, como el texto completo de la obra en formato PDF. El número de copias que se pueden descargar es indefinido.
  3. Libros u obras que tienen soporte físico pero también versión digital accesible mediante un hiperenlace a Internet a un repositorio o biblioteca virtual fiable, como RedinedProcomún o la Mediateca de EducaMadrid (donde el profesor puede subir materiales y compartirlos), Biblioteca Digital Hispánica, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Europeana, portales web educativos...
  4. Libros u obras que no tienen soporte físico, ni lo han tenido nunca, porque son obras nacidas digitales, de las que el catálogo custodia una copia en local, directamente accesible, en formatos como PDF o EPUB.
  5. Libros u obras que no tienen soporte físico, ni lo han tenido nunca, porque son obras nacidas digitales, de las que el catálogo tiene una dirección web a un repositorio fiable donde es accesible el recurso digital. 
  6. Libros u obras digitales que se sabe que existen y son de interés escolar pero de las que, de momento, se desconoce cómo acceder a ellas.
Hace unos años, en octubre de 2015, el autor especuló sobre este tema en la ponencia «La biblioteca escolar digital móvil: un modelo» (epub), que presentó en una Congreso Internacional de Bibliotecas Escolares. Entonces y ahora los obstáculos que remover son parecidos:

«Este punto plantea un importante dilema: ¿catalogar o no catalogar? Catalogar es la condición para encontrar, pero catalogar también es la muralla que echa para atrás a los interesados en recopilar recursos educativos. Capturar catalogaciones hechas por profesionales ya hemos visto que es la mejor solución cuando ello es posible, como en los catálogos colectivos y  en los catálogos en línea de las bibliotecas escolares madrileñas.»

Las bibliotecas escolares deberían tener estanterías físicas y también estanterías virtuales, con ejemplares virtuales propios o que yacen en otras colecciones digitales, pero que están referenciados y son accesibles a los usuarios del catálogo escolar. Un catálogo que ha pasado el filtro de la fiabilidad, ya que son educadores quienes lo han ejecutado.

¿Será difícil desarrollar una herramienta informática, una aplicación o programa, que permita que el educador añada al catálogo de la biblioteca escolar un recurso digital para que pase a formar parte de las estanterías virtuales del centro? ¿Quizás actualizar AbiesWeb?

Alguien replicará: ¿y para qué queremos que la frontera sea el centro escolar y su biblioteca concreta? ¿No nos pueden valer las gigantescas bases de datos de obras digitales? Sí, claro que valen y ellas serán las que posean la mayoría de los recursos digitales, pero la selección que hace el profesorado permite filtrar las de interés asegurado para el perfil de la comunidad educativa concreta en la que los queremos utilizar, que se expresa en su catálogo escolar.

Tenemos que crear bibliotecas escolares que no cierren cuando hay una pandemia. Al contrario.


1 comentario:

  1. Muy acertada propuesta. En hora de localizar un presupuesto para desarrollarla. El futuro ya está aquí

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